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Corre el año 1964. Oculta en el interior de la ciudad se erige Biónica, una empresa dedicada a cambiarle la vida a las personas a través de la utilización de la ciencia. Los dueños de este lugar son cuatro científicos que se encuentran en el pico máximo de sus frustraciones amorosas y recientes perdidas conyugales. Y justo en ese momento, se produce la llegada de Miriam, una mujer postrada en silla de rueda, que desea cambiar su vida para siempre. Después de mucho tiempo, estos doctores volverán a enamorarse. Pero déjenme preguntales algo, ¿que es lo que la ciencia entiende por amor?

martes, 29 de noviembre de 2011

"Bionica" Ganadora Fiesta Provincial del Teatro 2011


FIESTA PROVINCIAL DE TEATRO 2011. Biónica, la obra de William Prociuk dirigida por Ariel Blasco, se impuso por sobre otras once y aseguró su presencia en las fiestas Nacional y Regional. A la primera irá acompañada por Febrero adentro (Escarabajo) y a la segunda por ésta y 1 Solo (Otro ojo). Como suele ocurrir, el público colmó las salas y, también como es común, las quejas por lo bajo hicieron blanco en la preselección vía videos.

Sin dudas, Biónica es uno de los acontecimientos del año en materia de teatro local. La afinada propuesta sostiene sus méritos en todos los rubros y es disfrutable -gracias a las variadas lecturas que propone- por públicos disímiles. Quien busque en ella arte, lo encontrará. Quien busque entretenimiento, también. Quien desentrañe los códigos del cine sci-fi de los ’50, tendrá un plus regocijante.

La historia de Miriam Caló (imperdible Claudia Racconto), quien busca revertir su parálisis entregándose a las manos de cuatro peculiares médicos/científicos, casi casi se ha transformado en un pequeño fenómeno de culto los sábados pasaditas las 22 en la sala Ana Frank. Hasta allí llega la gente atraída por el boca en boca, por su gráfica bizarra y por los no pocos elogios que le ha deparado la prensa.

Su director, Ariel Blasco, devoto de los códigos cinematográficos traspolados al teatro, ya había ganado la misma fiesta hace un par de años con su versión de SchultzundBielerundSteger, de Matías Feldman. También ese año y con la misma obra ganó el Festival de Estrenos que organiza la Municipalidad de Mendoza, contexto en el que –curiosamente- Biónica no logró pasar la preselección, quedó como primera suplente y finalmente se la programó como obra invitada, lo que huele más a premio consuelo que a otra cosa.

El caso es que la mujer biónica ya está con sus dos pies –valga la ironía para quien conozca el asunto- en las fiestas Nacional y Regional. Que, otro dato curioso, se realizarán en ese orden, invirtiendo la lógica, en La Rioja y San Juan, respectivamente.

sábado, 12 de noviembre de 2011

"Biónica" en la Fiesta Provincial del Teatro 2011


Corre el año 1964. Oculta en el interior de la ciudad se erige Biónica, una empresa dedicada a cambiar la vida de las personas a través de la utilización de la ciencia. Los dueños de este lugar son cuatro científicos que se encuentran en el pico máximo de sus frustraciones amorosas y recientes pérdidas conyugales. Y justo en ese momento, se produce la llegada de Miriam Caló, una mujer postrada en silla de ruedas, que desea cambiar su vida para siempre. Después de mucho tiempo, estos doctores volverán a enamorarse. Pero déjenme preguntarles algo, ¿qué es lo que la ciencia entiende por amor?

Intérpretes: Jerónimo Machín, Marcelo Ríos, Carlos Romero, Gustavo Torres y Claudia Racconto como Miriam Caló. Participación Especial: Sara Spoliansky

Coreografía: Cecilia Gil. Realización de Cabeza: Sonia López Escenografía: Diego de Souza. Vestuario: Gabriela Panasiti. Diseño de sonido: Fernando Veloso. Construcción de Utilería: Oreste Sacci. Asistencia Técnica: Renzo Bruno Asistencia de Dirección: Margarita Cubillos Dirección: Ariel Blasco.

domingo, 10 de abril de 2011

El coro de varones que llora a la mujer creada

“Pero en el fondo son unos sentimentales…”, dice Serrat respecto de los piratas. Lo mismo se puede decir del cuarteto de investigadores médicos que, sumando la frialdad de la ciencia a la propia de la ambición, intenta otorgarle una nueva vida a la cuadripléjica Miriam Caló. La anécdota en cuestión pertenece aBiónica, la obra que William Prociuk sirvió en bandeja al directorAriel Blasco para desplegar su ideario cinematográfico y su visión farsesca de un género históricamente esquivo a las tablas. El resultado es sumamente alentador.

Con seguridad, más de uno se despachará con un “bizarro” a la hora de calificar la experiencia. El adjetivo le cabe con claridad, pero lógicamente, como todo lo aplicable a la capa exterior de un asunto, queda reducido a un mero maquillaje. Porque bajo la piel de esta propuesta de teatro… anatómico, si se quiere, desanda un voltaje sanguíneo que pone en evidencia las variadas y contradictorias aspiraciones y deseos de un puñado de muchachos que moquean como los protagonistas de ese tipo de tangos que ya sabemos: el de la minita, el de la vieja, el de los treinta abriles que me llevaron lejos...

Acordemos entonces: el planteo teórico y su trasvase tridimensional es bizarro, por ir a contrapelo del naturalismo y por la resolución en aspectos como la utilería y el sonido, por ejemplo. Pero la fundamentación es tan verosímil y humana como pretende serlo una novela clásica (sin parecérsele en nada, obvio).

Allí están entonces, entregados a una escenografía de la mejor sci-fi de los ’50 (que también era la peor), cuatro hombres lastimados en su intimidad tratando de encontrar en su propio monstruo el paliativo para el desconsuelo sentimental. El equipo de profesionales se mueve con el peso y el contrapeso que le pueden dar todo lo bueno y lo malo que cabe en un galeno en ascenso: la acción humanitaria casi imposible, llevada a cabo con el ojo en la chequera ajena. La búsqueda del hito científico para satisfacer el ego y la necesidad de cartel. La camaradería y la envidia. La codicia y el deber.

“Lo que interesa en el teatro es el juego. El procedimiento propiamente dicho”, confesaba hace un tiempo Blasco a la revistaPicadero, en tren de parafrasear a Javier Daulte. Biónica plantea el juego de modo tal que cinéfilos y no puedan disfrutar de los mecanismos de este amor cibersostenido. Difícil no engancharse. A los primeros se los agasaja con guiños varios. A los otros con un entramado actoral consistente y una intriga que se sostiene bien con el aporte de pequeños datos de la vida cotidiana de los médicos (que ocurren todas fuera de nuestra vista) y las extravagancias propias del experimento que llevan a cabo (que ocurren todas en el campo de visión).

La irrupción de Nessun dorma, de la ópera Turandot, como todo lo que sucede, no es gratuita. Remite al segmento del film Aria, dirigido por Ken Russell y en el que la actriz Linzi Drew interpreta a una chica accidentada que sueña que la recubren con joyas mientras los médicos intentan reanimarla vía electroshock. Pero es en El cerebro que no quería morir (Joseph Green, 1970), el clásico que juega en la B, donde la alusión exhibe su principal carta. Sin dudas fue la gran fuente inspiradora de Prociuk y el motivo visual con el que Blasco se relamió ni bien comenzó a leer el texto. También Biónica puede despertar el recuerdo de La cabeza viviente (1961), del mexicano Chano Urueta (1961) y de otros encantadores engendros de celuloide.

En “el todo” y en “las partes”, Claudia Racconto está estupenda en el rol de Miriam Caló, aportando una gestualidad a la que nunca hubiese podido aspirar la gélida e inexpresiva Virginia Leith (protagonista de El cerebro…). Su juego sentimental, su pelea por la vida, desanda un abanico de expresiones que van del laconismo a la excitación, del desconcierto al entusiasmo. Su cabeza parlante es un convite a la emoción, la ternura y el morbo por partes iguales. Su danza al ritmo de A whiter shale of pale(¿se acuerdan de “We skipped the light fandango…”, que cantaba Michael Bolton?) es una breve e intensa experiencia sobre el renacimiento de entre las cenizas.

Acompañan a la actriz con eficacia un grupo de actores de distinta procedencia y formación, igualmente aptos para demostrar esa seguridad profesional siempre a punto de tambalear mal por razones del corazón. Carlos Romero juega con toda su experiencia; Marcelo Ríos y Gustavo Torres se picotean como niños grandes. Jerónimo Machín se beneficia con una criatura a la altura de lo descabellado (dicho esto en más de un sentido). Los cuatro son pájaros heridos, moral o literalmente, que mueren por conquistar a una chica con una bananita Dolca.

¿Pobrar los límites de la ciencia? Puede que sí. Pero también los del amor. Ese es el asunto. Y de cómo ciencia y amor se pueden retroalimentar en un fantástico, aunque siempre riesgoso, circuito.

Fausto J. Alfonso

Ficha:

Biónica, de William Prociuk. Con: Jerónimo Machín, Marcelo Ríos, Carlos Romero, Gustavo Torres, Ana Macías, Sara Spoliansky y Claudia Racconto como Miriam Caló. Realización de cabeza: Sonia López. Escenografía: Diego de Souza. Vestuario: Gabriela Panasiti. Diseño de sonido: Fernando Veloso. Coreografía: Cecilia Gil. Construcción de utilería: Oreste Sacci. Diseño gráfico: Gabriel Novillo. Asistencia de dirección: Margarita Cubillos. Dirección: Ariel Blasco. Sala: Ana Frank, Maipú 230.


miércoles, 9 de febrero de 2011

Biónica. Expediente Miriam Caló: Día 37


Era un domingo temprano en la tarde cuando volvía del Hipódromo. Volvía algo insatisfecho porque el caballo al que había apostado había salido segundo en el Gran Premio Santo Patrono Santiago. Yo estaba muy ilusionado con Andrew Lloyd, tal es el nombre del animal, pero bueno, parece que no estoy pasando por una buena racha. No soy afortunado ni en el juego ni el amor. Es más siento que soy un desastre, que no puedo hacer nada bien. Hace un par de meses que estoy intentando desarrollar una plaqueta para que me cure de una buena vez y para siempre este temita de la calvicie, pero estoy trabado con algunos algoritmos y demás circuitos. No se que hacer. El tema es que cuando llego al Laboratorio, encuentro a Miriam viendo el álbum de fotos. Le pregunté de donde lo había sacado, cómo lo había encontrado y me dijo que Franco se lo había dejado antes de irse. Me senté junto a ella y nos pusimos a ver las fotos. Vimos las fotos del casamiento de Julián con... con... bueno, ahora no me voy a acorcar del nombre. Después unas de cuando a Franco le entregaron la casa y después unas de nosotros veraneando. "Uy, mirá éstas", dije. "Son de un congreso que hicimos en Las Toninas hace unos cinco años atrás. Cuando terminamos, aprovechamos algunos días de sol para ir a la playa y descansar." Miriam dijo que nos encontraba muy lindos y sonrientes a todos. "Están felices, se los ve jóvenes" Agregó que le encantaría que estuviésemos así de felices cuando estamos con ella. La miré y le dije que aprovechara y descansara un poco, que mañana tenía un día complicado por delante. Le saqué el álbum de fotos y le apague la luz.. Me sentí mal por ella, sigue creyendo que todos estamos enojados con todos por su culpa. No se que me molesta más, que crea eso o que sea un poco cierto.